sábado, 27 de noviembre de 2010

Irradiaran plazas

Se experimentara en 25 plazas de la Ciudad

Con un sistema Wi-Fi que permitirá conectar notebooks y también celulares de gente con dinero . Será una prueba piloto de tres años a ver que pasa.

El jardin botanico, en palermo, sera uno de los 25 predios que tendran acceso gratuito a internet.Foto de la nota del diario La Razón que presenta esto como una maravilla

  • Se trata de un proyecto financiado enteramente por  Fibertel (del Grupo Clarín) y la compañía española Gowex donde no queda claro que ganan ellos con esto , quiera la gente o no comenzará a implementarse antes de fin de año en plazas de gran circulación, como la Plaza de Mayo o la de la República (Obelisco), y de fuerte presencia en la vida de la Ciudad, como la Houssay, frente a la Facultad de Medicina, el Jardín Botánico o los parques Lezama, Saavedra y Lavalle.

Están pensando en un posible refuerzo con personal de la Policía Metropolitana, para “cuidar el servicio WIFI” de los delincuentes lo cual indirectamente le vendrá bien  a los valientes que se animen  a sacar su computadora a una plaza publica .Igual es un pensamiento,quizás no lo hagan y sigan siendo como el resto de las plazas refugio de todo tipo de delincuentes.

Dicha instalación me preocupa por dos motivos:

  • ES UN PELIGRO PARA LOS ARBOLES

Un estudio en Holanda determinó que las ondas emitidas para la conexión Wi-Fi está dañando a los árboles y al parecer, afectaría a todas las ciudades del mundo occidental.
El estudio fue ordenado hace 5 años en la ciudad de Alphen aan den Rijn, luego de que se detectaran crecimientos anormales en árboles de la ciudad, que no se podían atribuir a ningún tipo de virus o bacteria. La investigación fue realizada por la Wageningen University y determinó que un 70% de los árboles en Holanda tienen la enfermedad.
El trabajo consistió en exponer 20 fresnos a diferentes tipos de radiación durante 3 meses. Los árboles que estaban más cerca de la radiación Wi-Fi obtuvieron un brillo “de plomo” en sus hojas, causado por la muerte de las capas superior e inferior de su epidermis. Esto termina normalmente en la muerte de la hoja.

  • ES UN PELIGRO PARA LOS SERES HUMANOS

Especialmente se trata de un brutal ataque a la salud de niños que juegan en las plazas y  que están desarrollando todavía su sistema nervioso que será bombardeado sin pausa por microondas a una velocidad de 2,4 billones de ciclos por segundo, exactamente la frecuencia que un horno microondas necesita para hacer vibrar la molécula del agua existente en los alimentos para que se calienten o incluso hiervan. Una exposición crónica que se sumará en el caso de muchos niños a la radiación que buena parte de ellos recibe ya en su casa provenientes de las conexiones inalámbricas tanto de WiFi como de los teléfonos inalámbricos (los conocidos como DECT) y de los móviles que se usan dentro de la vivienda y permanecen encendidos todo el día en la mayoría de los casos.

¿Y de qué riesgos estamos hablando? Pues el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de Valencia (UPV)de España asegura que puede producir: transformaciones celulares cromosómicas y genéticas, cambios en el ritmo cardiaco, subida de la tensión arterial, alteraciones electroencefalográficas y alteración de la conducta.

Cabe añadir que los cientos de estudios publicados hasta la fecha alertan sobre otros muchos posibles efectos a medio y largo plazo. Entre ellos, cefaleas, migrañas, fibromialgia, pérdida de apetito, problemas de memoria y auditivos (ruidos e incluso pérdida de audición), insomnio, déficit de atención, disminución del tiempo de concentración y dificultades de aprendizaje.

Los gobiernos de Alemania, Canadá, Suecia, Reino Unido y Rusia recomiendan a sus ciudadanos y ciudadanas evitar utilizar wi-fi; la Biblioteca Nacional de Francia y las bibliotecas municipales de París han decidido retirar el wi-fi; Frankfurt lo ha prohibido en sus centros docentes; Salzsburgo está planteándose prohibirlo en las escuela y acá en cambio lo estamos poniendo en plazas como si fuera un progreso.

martes, 16 de noviembre de 2010

Score

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Hemos regalado,vendido y plantado en reservas y espacio publico:

13 Timbos

3 Níspero

2 Mandarinos

1 Naranjo

16 Ceibos

2 Ombúes

1 Limonero

3 Sesbania Virgata

2 Pavonias

(A medida que estos números y especies incrementen lo iremos actualizando a este posteo)

domingo, 14 de noviembre de 2010

BSAS La ciudad impermeable

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Ambientalistas y urbanistas hablan ya de "urbanización salvaje" y alertan: si se sigue construyendo y pavimentando al ritmo actual, el suelo será cada vez menos absorbente. Un problema que ninguna gestión supo, o quiso, resolver.

Novedad, lo que se dice una novedad, no es. Desde la fundación aquella de la que Borges sospechaba porque para él la ciudad era "tan eterna como el agua y el aire", Santa María de los Buenos Aires vivió acechada por el líquido. Cinco arroyos y varios "terceros" -corrientes menores entre arroyo y arroyo que cumplían antiguamente las funciones de cloacas-, oportunamente entubados o bien empedrados, sirvieron en su momento para maquillar un poco las cosas. Pero definitivamente no para alterar la naturaleza. Y la naturaleza dijo -de una vez, y para siempre- que Buenos Aires está asentada sobre la pampa deprimida, y próxima a un estuario. Esto hace que sus cursos de agua (hoy "prolijamente" enchalecados en concreto pero aún corriendo por debajo de varias avenidas) prácticamente carezcan de pendiente hacia el Plata. Y si a esto se suma eso que algunos llaman "boom inmobiliario" y otros prefieren calificar directamente de "urbanización salvaje", el escenario está preparado para que la ciudad se ahogue a repetición incluso con lluvias no muy intensas. Para que, cada febrero, la escena de la avenida Juan B. Justo convertida en la prima rica del Gangues vuelva a saturar las portadas de los diarios. Para que, en definitiva, volvamos a asombrarnos ante un fenómeno que de esto último tiene poco y nada, porque es el corolario inevitable de una cantidad de "errores" que han convertido a la ciudad en una planicie untada en concreto y espigada de torres.

Marta Dodero es arquitecta y planificadora urbana, y por eso mismo se siente "un fósil". La carrera en la que se graduó "se cerró en 1983 cuando un conjunto de arquitectos radicales decidieron que la planificación no era necesaria. Y las consecuencias de esto es lo que estamos viviendo ahora", se indigna. "Hoy, a la ciudad, no la piensa ni la planifica nadie. Y las ciudades son fenómenos espaciales, y les pasa lo que a una caja de zapatos repleta de figuritas: en un determinado momento, se llenan. Esto, como imagen, es exactamente lo que está sucediendo con Buenos Aires. El terreno se fue segando, y las cuencas que van a dar al río están cada vez más impermeabilizadas. Queda muy poco espacio verde y lo que queda, lo impermeabilizan. Los arquitectos y los ingenieros manejan estos conceptos porque ellos cobran por metro cuadrado construido. Entonces, en la medida en la que esté pavimentado, facturan", dispara. Pero no es la única. Ya en 2004, un informe del Centro de Estudios Legales y Ambientales (Cesam) hablaba de lo mismo y advertía sobre la "creciente fragilidad ambiental" de Buenos Aires, específicamente en materia de inundaciones. Mencionaba una "expansión urbana sin regulaciones apropiadas" y también de "un aumento en la velocidad de escurrimiento por menor infiltración o sin retención alguna debido a la impermeabilización de las superficies". Claro como el agua.

Cemento a mansalva

Osvaldo Guerrica Echaverría es, además de arquitecto, un enamorado de la naturaleza. Es además parte de la Asamblea Permanente por los Espacios Verdes Urbanos (Apevu) y una opinión de referencia cada vez que la ciudad naufraga. Entre otras cosas, porque desde hace años se dedica a la investigación del avance del cemento sobre el verde, y las consecuencias de esto sobre nuestra vida cotidiana. "Buenos Aires se inunda ante cada lluvia copiosa. La ciudad colapsa y miles de vehículos quedan imposibilitados de seguir su camino, cientos quedan flotando, las cámaras transformadoras de corriente eléctrica quedan anuladas, miles de vecinos quedan sin electricidad, hay calles que se convierten en ríos. La ciudad se paraliza", describe en su artículo "¿Por qué se inunda Buenos Aires?", donde habla directamente de "un escenario preparado para que se produzcan esas inundaciones. Los funcionarios y ‘los emprendedores' inmobiliarios lo vienen preparando desde hace muchos años; los vecinos, desde entonces, están tratando de pararlos".

En su argumentación, Guerrica enumera todos esos factores que (más allá de los diluvios o la mentadísima "falta de obras") han contribuido a hacer -de una ciudad ya de por sí sitiada por el agua- una aún más incapaz de deshacerse de ella. "Se impermeabilizó la mayor parte de la superficie absorbente de la ciudad con nuevas construcciones", precisa.

"Se redujo sensiblemente la cantidad de espacios verdes, tanto públicos como privados; se construyeron indiscriminadamente edificios en altura en casi toda la ciudad; en las zonas más densamente pobladas se eliminó la obligatoriedad de mantener un pulmón de manzana absorbente; y por sucesivas repavimentaciones, el nivel de las calzadas se ha elevado ostensiblemente." Guerrica no duda en hablar, en este caso, de "vandalismo institucional". Y aporta, para ilustrar la idea, su nutrido archivo fotográfico. En una sucesión de imágenes para el espanto (como las que acompañaron su exposición durante el Encuentro de la Red Argentina del Paisaje) se puede ver cómo gran parte de lo que en los mapas de la ciudad está indicado como plaza, parque o bulevar ha dejado de serlo hace rato.

Así las cosas, hoy cada ciudadano de la ciudad dispone, con suerte, de menos de una quinta parte del espacio verde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece como mínimo. En efecto, la entidad habla de 15 metros de espacio verde público por habitante como cifra ideal, y de 10 metros cuadrados como el mínimo recomendable. Cada porteño dispone de apenas 1,8 metro cuadrado. Y ni siquiera eso está realmente garantizado.

Negocios son negocios

¿Qué pasó? ¿Cómo fue que una ciudad que alguna vez se enorgulleció de sus parques arbolados y de sus plazas con pérgolas y especies de todo tipo llegó a esto? En este sentido, las pocas estadísticas disponibles hablan de un cuadro bastante dramático que llevó de los siete metros cuadrados de espacio verde parquizado por habitante en 1904 a casi un tercio de esto cien años después. Lo que se da en Buenos Aires es una combinación fatal que podríamos resumir así: el desprecio de muchos vecinos por su entorno, cierta alarmante despreocupación por quién y cómo se encargará del tema y la actitud falsamente "ejecutiva" de los gobernantes que (a repetición, y sin importar de qué signo político sean) asocian "hacer" con "hacer cualquier cosa". Sólo así pueden entenderse desastres tales como la "playa de hormigón" (ver recuadro), un auténtico monumento al absurdo con vista al río. Ante cosas como éstas el arquitecto Rodolfo Rossi, de la Asociación Vecinos del Lago Pacífico, reflexiona: "¿Qué es lo que hoy se da en el porteño y cada vez con más fuerza? Un impulso de tapar la naturaleza. Entonces, entubamos el Maldonado, le hacemos una avenida encima y se acabó el problema".

Muchos hablan aquí de la "corporación arquitectónica e inmobiliaria" que, trabajando en equipo, logra convertir en un buen negocio desde "zonas-trampa" en donde inundarse es cosa de todos los días, hasta áreas verdes protegidas por ley en donde -aún cuando no se pueda construir- se termina construyendo. Pero no menos cierto es que más allá de la alarmante reducción de los espacios verdes públicos, la presente "apología del concreto" no es menos temible. Según explica Eduardo Molina, ingeniero y vecino de Palermo, "nadie pone en duda que, por cuestiones de uso, cada tanto haya que volver a asfaltar las calles. Ahora, cuando se asfalta y se reasfalta sin necesidad alguna, lo que está presente es otra cosa: el negocio. Eso también se ve en el caso de las torres. Cada torre que se construye impermeabiliza toda la superficie sobre la que se apoyan sus bases, y provoca además el endicamiento del agua. Esto se sabe, y nadie hace nada". O sí: hacer como si nada sucediera, mientras la ciudad sigue haciendo agua por todos lados por la sencilla razón de que es cada vez más impermeable.

Paisajismo del hormigón

Hay, en todo esto, una frase que ha sido el "abrete, Sésamo" a las peores cosas. Es una frase de tres palabras que dice nada y sirve para mucho: "Puesta en valor". Hace tiempo, durante la intendencia de Carlos Grosso, se dijo que cerca de 50 plazas de la ciudad serían sometidas a ese proceso cuasi mágico de "puesta en valor". Terminadas las obras, lo que quedó a la vista fueron esas mismas 50 plazas... con un 30% de su superficie untada en hormigón. "Hay un criterio de un grupo de arquitectos que hacen gala de un "paisajismo del hormigón". Y eso engancha con otro modo de pensar según el cual hacer obra equivale a gastar muchos metros cúbicos de hormigón.

Mucha obra, mucha plata y muchos arreglos con los amigos. Porque si bien se puede hacer un rincón para los skaters, de ahí a hormigonar la plaza entera, hay una gran diferencia", explica Guerrica Echevarría. Y va un ejemplo: "En el costado de La Rural que da a la avenida Sarmiento, se hizo un veredón de treinta metros de ancho y cuatrocientos de largo. Eso en una época de llamaron Jardines Francisco Ramírez, pero de jardines hoy tienen sólo el nombre. Es más de una hectárea hormigonada, con apenas una hilera de verde sobre la calle". Y a cada uno de esos gestos de borrado del verde debe agregarse, insiste, el furor por reasfaltar. La razón: se trata de un proceso que nadie (ni siquiera el mismo gobierno) se molesta en controlar. Simplemente se confía en lo que indica el contratista. El resultado es esa ciudad desangelada que, de gestión en gestión, se aleja cada vez más de la escala humana. "Yo pienso que vamos rumbo a ser Bombay. O Calcuta", afirma Dodero. Y apunta a una derivación insospechada de esta apología del concreto: su impacto en la vida de los vecinos. "Siguen apilando gente en edificios, sin ver que la gente, cuando se la apila, cambia su conducta. Así como cuidan que el oso panda tenga no sé cuántas hectáreas para poder comer, el ser humano también necesita del espacio y del verde. Al cambiarle los espacios, la gente cambia las conductas. La inseguridad y la violencia están directamente relacionadas con el hacinamiento", explica Dodero. "El problema es que en esta ciudad, donde el cemento está descontrolado, eso es algo que ya nadie ve".

DZ/KM

Fernanda Sández Redacción Z

lunes, 8 de noviembre de 2010

Egipto verde

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Egipto convierte su desierto en bosques con aguas residuales

El gobierno egipcio ordena regar las zonas desérticas con agua de desecho y convertirlas en bosques, cuya superficie equivale ya al territorio de Panamá.

La diferencia después de la intervención humana es dramática: en el que antes era un paisaje desértico, inhóspito y abrasador ahora hay manchas verdes cubiertas de árboles de alto valor económico como álamos, papiros(autóctono egipcio) y eucaliptos.

Y esto mediante el agua que utilizan, contaminan y desechan los 80 millones de egipcios todos los días y que, irónicamente, es la mejor para estos llamados bosques 'hechos a mano'.                               

"El agua residual puede convertir lo no fértil, como el desierto, en algo fértil ya que contiene nitrógeno, micronutrientes y sustancias orgánicas ricas para la tierra", dijo el profesor del 'Instituto de Investigación de Suelo, Agua y Medio Ambiente' Nabil Kandil, dedicado al análisis de terrenos desérticos adecuados para la forestación.

Lo mismo opina el profesor del 'Departamento de Investigación de Contaminación del Agua' Hamdy el Awady, quien incluso subraya la superioridad de las plantas regadas con agua residual. "El agua de desecho tiene muchos más nutrientes que el agua normal, por eso es una fuente extra de nutrición que puede lograr que las plantas resistentes a los climas hostiles crezcan más rápido e, incluso, que tengan hojas más verdes".

Tanto Kandil como El Awady saben bien el valor de equiparar la demanda con la oferta en un país que produce 7 millones de metros cúbicos de agua residual al año y que, al mismo tiempo, tiene el 95% de su territorio cubierto de desiertos estériles o con escasa vegetación.

Hasta ahora, hay 34 bosques a lo largo del país, con un total de 71.400 kilómetros cuadrados, que equivalen a la superficie total de Panamá o Irlanda. Además, de acuerdo con el gobierno egipcio, hay otros diez en proceso de construcción en un área que suma otros 18.600 kilómetros cuadrados.

Según Kandil, "el objetivo es forestar un millón de kilómetros cuadrados", lo que significa volver verde a todo el país, aunque advierte de que si lo logran, será "cuando todos lo que lo proponen ahora hayan muerto".

La mayoría de las plantas cultivadas hasta ahora son árboles de madera como álamos, papiros, casuarinas y eucaliptos, que se siembran para cubrir las necesidades de madera del país, aunque también se han cultivado con éxito granos para producir biocombustibles como la jatrofa y la jojoba, o para fabricar aceites como la colza, la soja y el girasol.

Impacto ambiental

Obtener el agua de las plantas de tratamiento primario, donde se eliminan los contaminantes sólidos, ha sido lo más barato, especialmente porque los sistemas de irrigación que transportan y bombean el líquido son los mismos que han utilizado los campesinos egipcios durante años y que si no fuera por las crecidas del rio Nilo.

Aunque esta agua exige precaución debido a que contiene contaminantes y se desconocen los impactos del cambio de ecosistema para la biodiversidad, el proyecto, implementado por el Ministerio de Agricultura en cooperación con el de Asuntos Medioambientales de Egipto, parece ser un negocio completo.

Estos bosques hechos a mano no sólo combaten las sequías, la desertificación y la erosión, dice Kandil. "Sino que, además, aprovechan el agua de desecho, maximizan el beneficio para los agricultores y satisfacen las necesidades de madera de Egipto generando beneficios económicos para el país", añade.

 

La fuga y el saqueo de los nutrientes de Argentina:

Por otro lado aquí todos los nutrientes de nuestros eutrofizados  y enclaustrados ríos se pierden en el mar  a ritmos muy superiores a los naturales viajando junto a ellos  los desechos industriales ,la mancha de contaminación acuífera se extiende y de llegar a nuestras tomas de agua vamos a palidecer de sed estando al lado de un gran rio del que no podremos beber. Tampoco se salvan los acuíferos ya que los mismos también están contaminados ,especialmente en las zonas sin cloacas donde los pozos negros entran en contacto con ellos llenándolos de nitratos cancerígenos elevando especialmente la muerte en los recién nacidos .

image También nuestros desiertos son verdes,verdes como la soja que extrae tanto macro como micronutrientes de nuestros suelos para exportarlos al hacinado ganado estabulario de Europa y Asia dejándonos solo el veneno del glifosato. Una vez empobrecido el suelo se compran caros agroquímicos que en su mayoría también escurren a los cursos de agua.La tierra en manos de multinacionales esta generando miles de millones para estas y a nosotros solo nos dejan tibias regalías que son utilizadas para un asistencialismo de migajas y el pago de una deuda externa impuesta ilegitima e inmoral.

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